Diálogo VII
__¡Amalia,
Amalia! Ya estoy de vuelta. Acércate, viene alguien conmigo.
__¡Ah,
Giulio! Has tardado mucho, se nota que es fiesta en el pueblo.
__Sí
esposa, era fiesta para otros, no para mí. Lo que ocurre es que hemos venido
despacio. Mira ahí están el primo Pietro y su mujer.
__¿El
primo Pietro Lansi se ha casado? Ayer le vi y no me dijo nada.
__Todo
ha ocurrido muy deprisa. Ya te lo contaremos. De momento quiere que los
alojemos con nosotros hasta que pueda llevar a su esposa a casa de su madre,
supongo. ¿Les dejaremos nuestro dormitorio?
__¿Cómo
se te ocurre tal cosa, Giulio? Nuestro lecho es sagrado. Sólo para una madre
enferma lo podríamos dejar. No querrás que otro hombre deje su olor allí
¿verdad?
__¿Que
les digo, pues? Han venido en la confianza de alojarse aquí.
__Yo
voy a ocuparme de la muchacha. ¿Cómo es que no se ha cambiado de vestido? ¿Y
esa extraña capa? Le
buscaré ropa mía pues ese vestido de seda no le cubre. Ya veo, saliste huyendo
desde el altar. ¿No fue así? Bueno, no llores más. Ya estás con Pietro. Él
cuidará de ti en lo que pueda. En este cuarto puedes cambiarte de ropa, yo voy
a hablar con mi marido.
………………………………………
__Giulio
¿Qué ha ocurrido? La joven Bianca se escapó del convento supongo, pues ese
traje de novia es de los que usan las monjas antes de tomar el hábito. ¿No
vendrá su padre a buscarla, no nos molestará?
__No,
Amalia, en la misma ceremonia de entrada a la Orden se presentó Pietro
reclamándola por esposa, dando a entender que ya habían consumado la unión, y
al confirmar sus palabras el Arzobispo los casó.
__El
pobre Pietro debió ser más prudente, porque si habían, como dices, consumado su
unión, pronto la hubieran devuelto a sus padres declarando otro motivo.
__No
sé, creo que no pensó más que en impedir que entrase a la clausura, como si
aquello fuese un pozo.
__Ocúpate
de traer unos colchones a este cuarto y las camas que usan los mozos en verano.
Están en el granero. Yo traeré sábanas. No estés disgustado, aunque la estancia
es pobre, se la ofrecemos con buena voluntad y con cariño. Dile a Pietro que te
ayude a instalar a su esposa, que ya está vestida. Dime, Giulio, ¿Cómo es que
Pietro entraba en casa de Bianca para que tal encuentro pudiese ocurrir?
__¿No
sabes que Pietro era el contable del señor Rocamaldoro? Se pasaba horas y horas
llevando sus cuentas, compras y ventas, que son cuantiosas, de maderas finas
del Líbano para escultores y tallistas. También trae de otros sitios maderas
blancas para techumbres o muebles. He sabido que el Abad del monasterio de San
Calixto le ha comprado una partida grande porque van a realizar un nuevo refectorio.
__Trae
un sillón que está arriba, puede que todavía sirva y quita esos bultos de ropa
de los niños, a ver si esta habitación queda confortable. ¿Y dices que van a
ampliar la iglesia de San Calixto?
__Sí.
Vi salir al Abad a tomar su carruaje mientras yo esperaba a Pietro que, por
cierto, iba muy disgustado.
Diálogo VIII
__¡Augusta, Augusta!
__Esposo
mío, aquí estoy.
__¡Sí,
mujer estúpida, insensata! ¿Cómo has podido dejar de vigilar a tu hija, mi
hija!
__Al
joven Pietro Lansi lo trajiste tú a casa por su talento para los números. Por
servirte, entraba y salía sin vigilancia…
Diálogo IX
__¡Señor Brandino, señor
Brandino! ¡Tenéis que hacer algo por vuestra hija, pronto, pues quiere llegar a
la muerte!
__¡Estúpido
mozalbete! ¿Me la robas para dejarla morir?
__¡No
fue robada, mi señor! ¡Ella me quiere y gustosa estaría conmigo si vuestra
maldición no le quitara el aliento! No come ni duerme desde aquél día, y son ya
muchos los que han pasado desde entonces, que dijisteis esa palabra terrible
que la consume como si hubiese tragado un veneno. A todo mi empeño en que tome
algo de alimento contesta sin mirarme: “estoy maldita, estoy maldita, el que me
dio la vida se arrepiente de ello, no tengo que vivir”. Por más que le repito
que tenemos la bendición del sacerdote a nuestro amor, repite: “estoy
maldita...” Y se morirá de pena si no la perdonáis. Su amor de hija es mayor
que el que tenga por mí.
__Está
bien, decidle que le doy mi perdón y que ésta sigue siendo su casa. Que coma y
disfrute de la vida, yo me equivoqué al elegir para ella el convento.
__Pero
debéis darme una señal pues a mí no me creerá.
__¿Tanto
desconfía de vos?
__Tanto
daño le habéis hecho con vuestra maldición que sólo vuestra palabra en su oído
o una prenda auténtica la convencerá de que ha sido perdonada.
__Este
anillo, mi sello, que siempre ha visto en mi mano ¿podrá convencerla?
__Creo
que sí, señor. Y si añadís una carta, será seguro.
__Esposo,
yo también quiero mandar una señal de amor a mi hija, aunque no dije nada en su
contra. Este vestido de brocado que tanto le gusta, se lo entregáis con un
abrazo mío y le decís cuánto deseo su bien.
__Marcho
enseguida con estos regalos que le devolverán la vida a vuestra hija, espero,
si no es otro su mal que la tristeza.
Diálogo X
__Bianca, amor mío te
traigo las mejores noticias: tu padre te perdona y desea verte. También tu
madre desea poder abrazarte.
__No
me engañes, Pietro, Eso es lo que yo quisiera oír en verdad, pero tal vez tu
amor se lo inventa.
__No,
esposa mía, ¿Conoces este anillo? De su dedo lo sacó para hacer una nueva
alianza contigo. Y este vestido ¿lo recuerdas? Con él tu madre quiere que
sientas su abrazo.
__¡Oh
Pietro, Pietro! Veo que tu amor ha triunfado sobre todas las dificultades. Has
ido a la boca del león a traerme el bocado que me arrebató. Te juro que mereces
mi amor y por esto te amaré y honraré toda mi vida.
__¡Bendita
seas, esposa mía, siempre, y por todos!
FIN
----------------------------------------------------------------------------------------------------------