martes, 31 de julio de 2012

HOMENAJE A LA ASUNCIÓN DE LA VIRGEN MARÍA



Tú eres mi blanca Señora,

la de los ojos de cielo,

la de manos de azucena,

la de miel en los cabellos.

Tú, la que calza la luna,

el sol viste por entero,

te coronan las estrellas

y te siguen los luceros;

a quien los ángeles cantan,

a quien llenos de respeto

con las plumas de sus alas

te levantan hacia el Cielo.

Yo te miro con asombro

cuando levantas el vuelo,

¡yo me quedo suspirando,

y tú te vas sonriendo!

¡Qué clara sonrisa brilla

y qué divinos destellos,

y qué razón tienes Madre

para gozar tal contento!

Porque te acoge en sus brazos

Jesús nuestro dulce Dueño,

¡Oh! mi Madre, qué alegría

cuando te veo subiendo,

subiendo, cual nube blanca

ya tan cerquita del Cielo.

Los Ángeles baten palmas

y se inclinan con respeto;

¡Tanto te habían deseado

Reina de mi pensamiento,

que aún les parece que tardas

y más se anima su vuelo!

¡Y Tú, Madre, qué feliz!

No es tu carroza de estrellas,

el Rey mismo de la gloria

entre sus brazos te lleva,

Tú de niño le llevaste;

y ahora Él te lo premia.

¡Tú cuidaste su destierro

y Él te corona de Reina!


viernes, 20 de julio de 2012

HOY VOY A HABLAR DE MI AMIGO


Es un amigo muy especial aunque, tal vez cuando te explique como es, te parezca un ser natural y corriente.

Mi amigo es a veces tierno, romántico y novelero; amigo de artistas, poetas, pintores y músicos. Le gusta la noche, cuando la luna señorea el cielo y recama de luz de plata la tierra. Es aniñado y travieso, le gusta tomar a sus espaldas tiernamente a los niños y hace como que se los lleva. También cuando juega conmigo me hace caricias o cosquillas, me tira al suelo y me besa siempre riéndose, pues es el amigo de las mil risas. Me esconde los juguetes, a veces me trae otros, me ofrece cosas extrañas y se ríe mientras trato de averiguar para que han servido.

Mi amigo sabe muchas historias de batallas, de mitos griegos, de sucesos famosos y también de gente sencilla.

Está enterado de muchas cosas, buenas y malas, pero sabe guardar los secretos. Estar cerca de él casi siempre es una delicia. Quienes le conocen quieren su amistad y lo buscan una y otra vez, pero a veces...

A veces se pone quejumbroso. Me acerco a él y le oigo protestar y refunfuñar no sé contra quien. Su voz enronquecida me asusta, tiene la frente arrugada, el aspecto sombrío y sus cabellos alborotados parecen blancos. A veces está así en días de lluvia. Yo quiero comprenderlo pero no lo logro, porque en su enfado se mueve de acá para allá, levanta los brazos y se agita desmesurado. Me recuerda a un actor de teatro preparando un discurso terrible. Temo pasar por su lado, no sea que sus bruscos movimientos me arroyen, porque él sigue y sigue.

También le he visto levantar un peso, que puede ser algo querido por otros, y arrojarlo lejos como si fuera una pluma. Y se pone peor cuando además de la lluvia hace viento, que parece que le presta una fuerza que no tenía. Entonces lo miro y me da pena, pues no se da cuenta de cuánto nos asusta su actitud y como tememos que nos haga un daño irreparable. ¡Cómo nos acordamos entonces de su natural pacífico y aniñado, juguetón y servicial! Rezamos para que el viento se calme y no lo irrite más.

Su hermana es otra cosa, nunca la he visto alterarse. Cuando él se pone nervioso, ella lo mira seriamente y con su actitud lo amonesta, pero él parece no impresionarse por ello. A veces también él le tira algo que ella deja caer al suelo mientras le sigue mirando. Yo me preocupo pero me digo: esto acabará pronto y volverá a ser rubio y risueño.

A pesar de estas crisis ¡le queremos tanto! Cuando un día lo veamos os lo presentaré. Algunos de vosotros ya lo conoce, aunque no he dicho su nombre. Estoy hablando del... Mar.