__Cuando sepas todo
lo que se refiere a tu vida empezarás a dar las gracias a Dios y a todos
nosotros. Tu familia, sí, yo también soy tu familia. Prepárate a ser fuerte
porque vas a saber cosas que no te van a gustar:
Cuando tu madre y
Eugenio estaban en un idilio, que no se podía llamar noviazgo porque él estaba
ya casado y tenía dos hijos, llegó el momento en que se quedó embarazada de ti.
lo tenían muy oculto pero al fin él nos contó que su amada Isabel esperaba que
se divorciara de su mujer y se casara con ella. Viendo ella que no podía
conseguirlo, al fin confesó Isabel que lo más importante para ella había sido
conseguir tener una casa y un marido.
Y para que tú no
sufrieras el trauma de tu madre, date cuenta que se hizo por ti, hubo que
hipotecar dos casas para comprar el piso en que vives. Y para que de verdad
fuese tuyo está puesto a tu nombre. Cuando viniste a esta oficina para saber de
quién era el piso no te pude decir toda la verdad, que es la siguiente: Cuando
tengas veinticinco años podrás decidir quién va a vivir contigo. Por eso Luis
te dijo que estaba comprando un piso, y es cierto, lo he comprobado.
Espero que veas
como Eugenio te ha querido.
__Te creo, Clara,
pero al menos algún trato por parte de Eugenio, mientras yo no tuviera edad de
entender...
Clara me
interrumpió vivamente:
__Tu madre no consintió
en ningún momento el menor contacto, estaba llena de odio y resquemor contra
todos nosotros. Solo pudimos conseguir que dejara que Tataeu te cuidara y eso
porque le convenía.
__¿Así que Tataeu
es de la familia?
__Claro, los tres
somos primos por parte de madre.
Yo ya me había
serenado algo, pero mi pena seguía siendo muy grande: en el cuerpo sentía frío
y en el pecho como si tuviera que tragarme una nube espesa y negra que apenas
me dejaba respirar.
__Clara, ¿tu
comprendes que una madre pueda ser así? Porque el sustituto de padre que tengo
es también de lo mas seco.
__Lo que tienes que
mirar es al futuro, que es muy bueno. Lo de tener un padre y una madre
cariñosos, a veces es hasta perjudicial, porque te llegas a creer que todo en
la vida va a ser fácil y amable, en cambio así sabes que tienes que depender de
ti y te esfuerzas más. Y por otra parte piensa que pocas personas cuentan desde
su nacimiento con una casa propia. Tu tienes además, ese muchacho que te
quiere, tus estudios terminados y un proyecto de boda. Lo pasado no va a
mejorar por recordarlo, y tienes todo un futuro que preparar y disfrutar. ¿Quieres
que vayamos a ver a Eugenio? Se ha quedado muy preocupado.
Fuimos a la
oficina, Eugenio estaba en su despacho, solo, ni un papel en la mesa, ni la
tenue música ambiental que se oía en toda la oficina llegaba hasta allí. Se
diría que estaba meditando.
Al entrar nosotras
levantó la mirada. Había cambiado mucho desde que salí un rato antes. Parecía
mas bajo, menos luminoso que otras veces, como si una fina red gris lo
envolviera. Estaba sufriendo. Quizás nunca imaginó que su generosidad fuera mal
entendida. O que yo podía ser tan extraña como mi madre. Recordé todas las
cosas que me había contado Clara.
Dando un rodeo a la
mesa me acerqué al sillón y le tendí mis dos manos, tirando un poco para que se
pusiera en pie. Me abracé a él con fuerza. Sentí que estaba lleno de mí, que
una parte de su ser se reencontraba conmigo y desbordaba en aquel abrazo tan
deseado. Yo respiraba aquel amor guardado a la fuerza por no sé que
imposiciones.
Junté mi mejilla a
la suya, noté como se restablecía el calor perdido. En silencio nos besábamos
en la cara y las manos una y otra vez. ¡Había tanta lejanía acumulada! ¡Tanto
tiempo perdido! Yo respiraba como quien respira oxígeno, me sentía crecer entre
sus brazos, se perdió la nube que antes tenía en el pecho... Y lo sentí llegar,
fue un beso en la boca, un beso absoluto, grandioso. Por fin los dos éramos
uno, respirando el mismo aliento.
Sentimos entrar a
Clara, pero seguimos. Era mi primer beso, nada que ver con los de Mario, tan
dulces. Este beso traía empuje de años y yo quería mas y más. Se me ocurrió que
así tuvo que ser el beso de Dios a Adán para darle la vida. Me separé un poco
de él para mirarle la cara y supe que allí estaban los besos que mi madre se
negó a recibir, esperándome a mí.
Clara se cansó, o
tal vez no le gustó el rumbo que tomaba aquel encuentro, porque alzando la voz
dijo:
__Dejad un poco
para otro día, hoy hay que seguir trabajando.
__Niña mía, quiero
conocer a tu muchacho ¿te parece bien, querrá venir aquí?
__¡Lo mato si no!
Hablaré con él en cuanto pueda.
Salí de allí sintiéndome como si flotara.
CONTINUARÁ.....
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