lunes, 10 de noviembre de 2014

EL TRIUNFO DEL AMOR. Final.



Diálogo VII

__¡Amalia, Amalia! Ya estoy de vuelta. Acércate, viene alguien conmigo.
__¡Ah, Giulio! Has tardado mucho, se nota que es fiesta en el pueblo.
__Sí esposa, era fiesta para otros, no para mí. Lo que ocurre es que hemos venido despacio. Mira ahí están el primo Pietro y su mujer.
__¿El primo Pietro Lansi se ha casado? Ayer le vi y no me dijo nada.
__Todo ha ocurrido muy deprisa. Ya te lo contaremos. De momento quiere que los alojemos con nosotros hasta que pueda llevar a su esposa a casa de su madre, supongo. ¿Les dejaremos nuestro dormitorio?
__¿Cómo se te ocurre tal cosa, Giulio? Nuestro lecho es sagrado. Sólo para una madre enferma lo podríamos dejar. No querrás que otro hombre deje su olor allí ¿verdad?
__¿Que les digo, pues? Han venido en la confianza de alojarse aquí.
__Yo voy a ocuparme de la muchacha. ¿Cómo es que no se ha cambiado de vestido? ¿Y esa extraña capa? Le buscaré ropa mía pues ese vestido de seda no le cubre. Ya veo, saliste huyendo desde el altar. ¿No fue así? Bueno, no llores más. Ya estás con Pietro. Él cuidará de ti en lo que pueda. En este cuarto puedes cambiarte de ropa, yo voy a hablar con mi marido.
………………………………………
__Giulio ¿Qué ha ocurrido? La joven Bianca se escapó del convento supongo, pues ese traje de novia es de los que usan las monjas antes de tomar el hábito. ¿No vendrá su padre a buscarla, no nos molestará?
__No, Amalia, en la misma ceremonia de entrada a la Orden se presentó Pietro reclamándola por esposa, dando a entender que ya habían consumado la unión, y al confirmar sus palabras el Arzobispo los casó.
__El pobre Pietro debió ser más prudente, porque si habían, como dices, consumado su unión, pronto la hubieran devuelto a sus padres declarando otro motivo.
__No sé, creo que no pensó más que en impedir que entrase a la clausura, como si aquello fuese un pozo.
__Ocúpate de traer unos colchones a este cuarto y las camas que usan los mozos en verano. Están en el granero. Yo traeré sábanas. No estés disgustado, aunque la estancia es pobre, se la ofrecemos con buena voluntad y con cariño. Dile a Pietro que te ayude a instalar a su esposa, que ya está vestida. Dime, Giulio, ¿Cómo es que Pietro entraba en casa de Bianca para que tal encuentro pudiese ocurrir?
__¿No sabes que Pietro era el contable del señor Rocamaldoro? Se pasaba horas y horas llevando sus cuentas, compras y ventas, que son cuantiosas, de maderas finas del Líbano para escultores y tallistas. También trae de otros sitios maderas blancas para techumbres o muebles. He sabido que el Abad del monasterio de San Calixto le ha comprado una partida grande porque van a realizar un nuevo refectorio.
__Trae un sillón que está arriba, puede que todavía sirva y quita esos bultos de ropa de los niños, a ver si esta habitación queda confortable. ¿Y dices que van a ampliar la iglesia de San Calixto?
__Sí. Vi salir al Abad a tomar su carruaje mientras yo esperaba a Pietro que, por cierto, iba muy disgustado.

Diálogo VIII

__¡Augusta, Augusta!
__Esposo mío, aquí estoy.
__¡Sí, mujer estúpida, insensata! ¿Cómo has podido dejar de vigilar a tu hija, mi hija!
__Al joven Pietro Lansi lo trajiste tú a casa por su talento para los números. Por servirte, entraba y salía sin vigilancia…

Diálogo IX

__¡Señor Brandino, señor Brandino! ¡Tenéis que hacer algo por vuestra hija, pronto, pues quiere llegar a la muerte!
__¡Estúpido mozalbete! ¿Me la robas para dejarla morir?
__¡No fue robada, mi señor! ¡Ella me quiere y gustosa estaría conmigo si vuestra maldición no le quitara el aliento! No come ni duerme desde aquél día, y son ya muchos los que han pasado desde entonces, que dijisteis esa palabra terrible que la consume como si hubiese tragado un veneno. A todo mi empeño en que tome algo de alimento contesta sin mirarme: “estoy maldita, estoy maldita, el que me dio la vida se arrepiente de ello, no tengo que vivir”. Por más que le repito que tenemos la bendición del sacerdote a nuestro amor, repite: “estoy maldita...” Y se morirá de pena si no la perdonáis. Su amor de hija es mayor que el que tenga por mí.
__Está bien, decidle que le doy mi perdón y que ésta sigue siendo su casa. Que coma y disfrute de la vida, yo me equivoqué al elegir para ella el convento.
__Pero debéis darme una señal pues a mí no me creerá.
__¿Tanto desconfía de vos?
__Tanto daño le habéis hecho con vuestra maldición que sólo vuestra palabra en su oído o una prenda auténtica la convencerá de que ha sido perdonada.
__Este anillo, mi sello, que siempre ha visto en mi mano ¿podrá convencerla?
__Creo que sí, señor. Y si añadís una carta, será seguro.
__Esposo, yo también quiero mandar una señal de amor a mi hija, aunque no dije nada en su contra. Este vestido de brocado que tanto le gusta, se lo entregáis con un abrazo mío y le decís cuánto deseo su bien.
__Marcho enseguida con estos regalos que le devolverán la vida a vuestra hija, espero, si no es otro su mal que la tristeza.

Diálogo X

__Bianca, amor mío te traigo las mejores noticias: tu padre te perdona y desea verte. También tu madre desea poder abrazarte.
__No me engañes, Pietro, Eso es lo que yo quisiera oír en verdad, pero tal vez tu amor se lo inventa.
__No, esposa mía, ¿Conoces este anillo? De su dedo lo sacó para hacer una nueva alianza contigo. Y este vestido ¿lo recuerdas? Con él tu madre quiere que sientas su abrazo.
__¡Oh Pietro, Pietro! Veo que tu amor ha triunfado sobre todas las dificultades. Has ido a la boca del león a traerme el bocado que me arrebató. Te juro que mereces mi amor y por esto te amaré y honraré toda mi vida.
__¡Bendita seas, esposa mía, siempre, y por todos!

FIN

----------------------------------------------------------------------------------------------------------

No hay comentarios:

Publicar un comentario